Establece los principios sobre los que han de fundamentarse las relaciones comerciales entre los diversos operadores que intervienen en la cadena alimentaria

Los operadores económicos que se adhieren al Código, se comprometen a aplicar de forma voluntaria, prácticas mercantiles que fomenten las relaciones justas, equilibradas y leales

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El 12 de diciembre de 2015 pasará a los canales de la historia como la fecha en que se aprobó el primer tratado universal y jurídicamente vinculante por el clima. 

 

El Acuerdo de París ha sido adoptado la tarde del pasado sábado por más de 195 países e incluye por primera vez a dos de los mayores contaminantes del mundo: EE UU y China. 

 

El objetivo al que todos se han comprometido para finales de siglo es limitar el aumento de la temperatura media global en 2 ºC. Pero el documento refleja luces y sombras.  


 

El plenario ha roto en aplausos esta tarde del 12 de diciembre de 2015 cuando se ha aprobado el Acuerdo de París. / COP PARIS

Tras dos agotadoras semanas, y después de años de negociaciones, la cumbre del clima de París (COP21) culmina, por fin, con éxito. Las 196 partes reunidas desde el 30 de noviembre han acordado por primera vez un texto universal y jurídicamente vinculante para actuar contra el calentamiento global. Sin duda, esta es la principal victoria del acuerdo.

“El verdadero éxito del acuerdo es que es universal”, indica  Jean Jouzel

Han pasado ya seis años del fiasco de la cumbre del clima de Copenhague (Dinamarca), en la que todas las opciones de establecer un acuerdo que sustituyera al Protocolo de Kioto se desvanecieron. El Acuerdo de París presenta un nuevo futuro, en el que son protagonistas todos los países del mundo y en el que la ciencia guía las decisiones políticas.

“El verdadero éxito del acuerdo es que es universal”, indica Jean Jouzel, climatólogo francés y vicepresidente del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) desde 2002. Para este científico, uno de los más prestigiosos del mundo en cambio climático, el texto supone además un gran avance para la ciencia que es mencionada en los artículos 4, 7 y 14.

"Se reconoce la necesidad de avanzar. No solo de llegar a los 2 ºC, sino también la voluntad de quedarnos por debajo del 1,5 ºC", señala Isabel García Tejerina, ministra española de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, presente hoy en el plenario de la COP21. 

Adiós a los escépticos del cambio climático

Las múltiples referencias a la ciencia en el acuerdo demuestran que el mensaje del IPCC ha sido escuchado, desde que publicó su primer informe en 1990. En la cumbre de Río de Janeiro (Brasil) de 1992, la información era vaga, no actuar era “peligroso”. Copenhague recalcó el límite de los 2 ºC. En París, todos los países se comprometen a reducir sus emisiones para que la temperatura del planeta no aumente de 2 ºC a finales de siglo, y harán esfuerzos para limitarla a 1,5 ºC.

La aprobación del acuerdo supone el final de los escépticos del cambio climático. “Han perdido la batalla”, dice van Ypersele

“Si hay acuerdo hoy en París es gracias a los trabajos del IPCC que han demostrado no solo que hay una urgencia por actuar sino también elementos de solución”, explica Jean-Pascal van Ypersele, climatólogo de la Universidad católica de Lovaina (Bélgica) y ex vicepresidente del IPCC, para quien la tecnología y las energías no han dejado de desarrollarse y permitirán a corto plazo una descarbonización de la economía.

El texto recoge la necesidad de presentar en 2018 un informe especial del IPCC sobre los efectos que produciría un calentamiento global de 1,5 ºC respecto a los niveles preindustriales y las trayectorias correspondientes que deberían seguir las emisiones mundiales de CO2.

Para ello, un elemento clave del acuerdo es la introducción de las contribuciones determinadas e intencionadas a nivel nacional de las emisiones de CO2 (INDC, por sus siglas en ingles) que 187 países han presentado en los últimos meses, a los que se ha unido hoy en el plenario Venezuela. Según las intenciones de reducción de emisiones, a finales de siglo, el aumento de la temperatura se situará en entre 2,7 ºC y 3,5 ºC, un objetivo que se aleja de los 2 ºC y aún más del 1,5 ºC, tan exigido por los países de las islas del Pacífico y el Caribe, en especial Nicaragua, al término de las negociaciones.

Revisión cada cinco años

Para lograrlo, el documento establece como fecha límite el año 2020 para que las INDCs sean revisadas y actualizadas y así cumplir con el objetivo. Sin embargo, “se llegará a un aumento de 1,5 ºC en un plazo de 5 a 10 años si se siguen emitiendo gases de efecto invernadero al ritmo actual”, advierte  Jouzel, a quien le parece razonable la fecha 2020 ya que es lo que los países realmente pueden cumplir

Las revisiones se harán cada cinco años. “Y cada ciclo será más ambicioso que el anterior”, afirma Steffen Kallbekken, director de investigación de CICERO y del Centro Internacional del Clima y de la Política Energética. Pero “el objetivo de 1,5 ºC es muy difícil de cumplir”, subraya.

Los científicos entienden el equilibrio entre lo que emiten los países y lo que absorben los sumideros como una descarbonización neta del mundo

“Las contribuciones de reducción de emisiones de CO2 son significativas aunque no suficientes”, dice Jouzel. “Habría que duplicarlas pero es un buen punto de partida hacia otro tipo de desarrollo. Es ahora que se debe actuar”, afirma el experto glaciólogo.

Para los científicos, contentos del desenlace del acuerdo, el texto sigue siendo imperfecto pero trata sobre todos los temas importantes: adaptación, reducción de emisiones, pérdidas y daños, financiación, etc. “Mejorará en los próximos años pero ahora es importante tener un marco claro para que todos los países del mundo sepan en qué dirección ir”, zanja Van Ypersele, para quien la aprobación del acuerdo supone el final de los escépticos del cambio climático. “Han perdido la batalla”.

¿El fin de los combustibles fósiles?

El estancamiento de emisiones de CO2 –que representan el 75% de las emisiones totales de efecto invernadero– observadas en los años 2013 y 2014 representan un signo de esperanza para afrontar los nuevos retos que hoy se han comprometido a cumplir los países. “Y podrían haberse estancado para 2015 y 2016, aunque las evaluaciones no son aún muy precisas”, añade Jouzel. Aunque aún no hemos alcanzado el pico de emisiones.

Pero para llegar al consenso, los países han jugado a un tira y afloja, cediendo en algunos aspectos y luchando por otros. En este sentido, el tema de la mitigación no ha dejado de variar en los diferentes borradores presentados a lo largo de estas dos semanas. Del texto se han eliminado puntos que estaban entre corchetes y que provocaban discrepancias como la descarbonización, las cero emisiones netas de gases de efecto invernadero y la neutralidad.

“Ahora no solo se habla de renovables sino que se ponen en marcha proyectos, se ven coches eléctricos, es algo que se materializa”, observa Jouzel

Finalmente, el documento menciona la necesidad de “alcanzar un equilibrio entre las emisiones antropogénicas y los sumideros de carbono en la segunda mitad del siglo XXI, en base a la justicia, y en el contexto del desarrollo sostenible y los esfuerzos para erradicar la pobreza”. Los científicos entienden este equilibrio entre lo que emiten los países y lo que absorben los sumideros como los bosques y los océanos como una descarbonización neta del mundo.

La tecnología que cambiará el mundo

La financiación ha sido otro de los aspectos que más han retrasado las negociaciones. Las capacidades económicas y la voluntad de reducir las emisiones de cada país han sido a veces contradictorias –sobre todo en cuanto a los países emergentes como China e India, grandes emisores de CO2–. Pero la presencia (aunque invisible en el acuerdo) de las energías renovables y la eficiencia energética están cambiando el rumbo de un planeta que requiere urgentemente

El tratado logrado hoy en parte ha sido por los progresos y el desarrollo tecnológico obtenido en los últimos seis años, desde el fracaso de Copenhague, donde no se vieron las soluciones al problema del cambio climático. Ahora es diferente. “No solo se habla de renovables sino que se ponen en marcha proyectos, se ven coches eléctricos, es algo que se materializa”, observa Jouzel.

El progreso tecnológico crea confianza política y empresarial, y a él se une el fondo económico de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 que los países se han comprometido a aportar para luchar contra los efectos del cambio climático. El texto final incluye una revisión al alza de esta cantidad, que algunos sectores consideraban insuficiente, a partir de 2025.

El texto final incluye una revisión al alza de los 100.000 millones de dólares a partir de 2025

Para los ecologistas este aporte sigue siendo insuficiente, sobre todo para los países y pueblos más vulnerables al aumento de las temperaturas. "Las naciones que causaron este problema han prometido muy poca ayuda a las personas que ya están perdiendo sus vidas y medios de subsistencia", declara Kumi Naidoo, portavoz de Greenpeace en la COP21.

¿Y ahora qué?

“El verdadero éxito no son las palabras que aparecen en el Acuerdo de París sino lo que tiene que hacerse para que se cumpla”, subraya Daniel Esty, profesor de leyes y política medioambientales en la Universidad de Yale (EE UU). Aunque el texto haga una mención al límite del 1,5 ºC, ninguno de nosotros veremos si se alcanza el objetivo.

“Incluso intentando limitar las emisiones para llegar a 1,5 ºC, hay cosas ineludibles que ocurrirán en los países isleños a final del siglo XXI: aumento del nivel del mar en 40 centímetros, muerte de arrecifes de coral y acidificación del océano”, alerta el vicepresidente del IPCC.

Por eso, el trabajo de Naciones Unidas y de las 196 partes que participan en la COP21 no culmina aquí. El Acuerdo de París no es más que el principio de un proceso que el 22 de abril de 2016 quedará firmado y que entrará en vigor en 2020.

Un momento histórico y emotivo

“El acuerdo de París queda aprobado”, ha exclamado un emocionado Laurent Fabius, presidente de la COP21. Tras dar el martillazo final en el plenario en la tarde de este 12 de diciembre de 2015, los países han expresado sus alegrías, voluntades, exigencias y esperanzas. Destacamos algunas de las declaraciones más simbólicas. 

Nicaragua: "El 50% de los compromisos estaban condicionados por la financiación. Consideramos que debe haber un artículo 2 bis. Si los resultados de los INDCs llevan a escenarios mayores de 1,5º C se debe calcular un presupuesto de carbón global" 

Por el grupo de integridad medioambiental, Suiza. "Muchas delegaciones hablarán de un día histórico. El 27 de mayo de 1927 llegó el primer vuelo transatlántico aquí en Le Bourget que unía dos mundos. Hoy encontramos una nueva pista de aterrizaje común que une al mundo".  

Unión Europea. Miguel Arias Cañete: "Durante los últimos días la Unión Europea ha demostrado su dedicación y compromiso. Hemos dado ya inicio a una coalición elevada". "Desde la UE aumentaremos nuestro apoyo financiero. Tenemos ante nosotros un acuerdo robusto. Es un verdadero progreso tangible y eso es lo que espera de nosotros el mundo". 

Marruecos.  País anfitrión de la próxima COP: "La de Marrakech será una COP de la acción de la innovación y un intercambio de soluciones". "Hemos ganado una batalla aquí en París, pero la lucha sigue". 

China. "Es cierto que el acuerdo no es perfecto y que hay algunos elementos que mejorar, pero esto no nos ha impedido dar un paso adelante". "Ya tenemos un acuerdo, el próximo paso es aplicarlo".

EE UU. Jonh Kerry: "Francia, en unas circunstancias muy difíciles, perseveró y no dejó que las fuerzas flaquearan. Hoy el mundo le da las gracias. Han desempeñado un papel capital y todos nos hemos sumado a ese esfuerzo". "Todos estábamos reunidos aquí para no repetir los errores del pasado. Con este acuerdo dejamos un legado para nuestros hijos, nuestros nietos y las futuras generaciones. Sé que todos viviremos mejor gracias al tratado que hemos adoptado hoy".

India. "Queremos que el Acuerdo de París cumpla las palabras de Gandhi: Debemos preocuparnos por un mundo que no veremos".

Christiana Figueres. "Es un acuerdo de convicción, de solidaridad con los más vulnerables, de visión a largo plazo y de compromiso, para que este marco jurídico sea un motor para este siglo. Terminamos esta COP celebrando un nuevo capítulo para el mundo. Hoy podemos decir ¡lo hemos hecho!"

Venezuela. "El acuerdo refleja la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer, el derecho a la salud, la justicia climática, la madre tierra y sobre todo derechos humanos". "A mí todo el mundo me recuerda por la COP de Copenhague. El presidente Hugo Chávez dijo que no entonces, porque consideró que el multilateralismo podía hacerlo mejor. Hoy lo hemos hecho mejor".

Ban Ki-moon. "Hoy podemos mirar a nuestros hijos y nuestros nietos a los ojos y decirles que nos hemos unido para dejar a las generaciones venideras un mundo más habitable".

Países africanos."Los países africanos se van con la inclusión de la adaptación y un objetivo claro de mitigación y objetivos diferenciados. Nos queda mucho trabajo por delante. Ansiamos la llegada de una era que traiga justicia climática".

Ecuador. "París no es un fin, es un comienzo. De nada sirve este esfuerzo colectivo que no obligue a todas las partes. Confiamos que los ciudadanos del mundo y especialmente los jóvenes comprendan que la vida no es un negocio y que hay que estar acorde con la naturaleza".

François Hollande, presidente de la República de Francia. "Cuando se nos pregunte sobre el sentido de nuestra vida podremos contar muchísimas historias. Pero habrá una que siempre volverá. El 12 de diciembre estábamos en París para alcanzar el acuerdo sobre el clima y estaremos orgullosos ante hijos y nietos". 

 

En 2050 la demanda de alimentos aumentará en un 60% por encima de los niveles actuales, una demanda que habrá que abastecer, y donde todos los eslabones de la cadena agroalimentaria tienen mucho que decir, desde el sector productor hasta el propio consumidor.

Los últimos informes de la ONU – FAO vaticinan un crecimiento de población en las próximas décadas vertiginoso, debido principalmente, al aumento de la esperanza de vida lo que viene ligado a unas mejores condiciones sanitarias en todo el mundo. Así, estiman que en 2030, con el ritmo de crecimiento de población actual, habrá 8.501 millones de personas sobre la faz de la tierra, cifra que se incrementará hasta los 9.275 millones en 2050 y a 11.213 millones en 2100.


 Ese nivel de crecimiento hará que en 2050 la demanda mundial de alimentos aumente un 60% con respecto a la actualidad, una demanda a la que habrá que darle alimento, y no solo eso, sino producir este alimento conservando los recursos naturales y en un marco caracterizado por un clima que ya está cambiando y afectando a las producciones agroganaderas a lo largo de toda la superficie terrestre.


Parece un objetivo difícil, y sería difícil si todo este cambio lo tuvieran que hacer los agricultores y ganaderos, pero es un problema que atañe a toda la cadena agroalimentaria, desde el agricultor hasta el consumidor.

Agricultores-científicos, una sinergia necesaria

En la actualidad, se produce una cantidad tal de alimentos que se podría abastecer a toda la humanidad, pero sigue habiendo 800 millones de personas que pasan hambre en el mundo. Podríamos pensar, que los agricultores y ganaderos de todo el mundo hacen bien su trabajo, y que el problema se encuentra en la distribución de los alimentos, lo cual no se aleja mucho de la realidad.

El problema radica en que, según últimos estudios, la agricultura ha alcanzado su nivel máximo de productividad con las tecnologías e insumos actuales, e incluso se ha visto una bajada de productividad debido a numerosos factores, entre ellos la resistencia de numerosas plagas a los productos agroquímicos utilizados y la degradación del suelo agrícola.

En este contexto, hay que añadir el cambio climático, que ya se empieza a notar en algunas zonas productoras de alimentos esenciales en todo el mundo. Y es que, nos guste o no, la actividad agrícola es dependiente de las condiciones climáticas, y si estas condiciones cambian de forma brusca, nuestros cultivos no podrán adaptarse a las nuevas condiciones y terminarán desapareciendo.

Todo esto nos hace ver lo importante que es la investigación e innovación agrícola, ya que solo a partir de la investigación aplicada a la agricultura nos permitirá adaptar esta al contexto de un clima cambiante, elevando la productividad, recortando la brecha entre los rendimientos actuales y los alcanzables y, al mismo tiempo, reducir el impacto ambiental. Esta investigación agrícola ha dado sus frutos en los últimos años, y ha proporcionado nuevas herramientas al agricultor como:

> Nuevas formas de nutrición para los cultivos. Como los biofertilizantes, productos creados a base de microorganismos benéficos del suelo, en especial bacterias y/o hongos, que viven asociados o en simbiosis con las plantas y ayudan de manera natural a su nutrición y crecimiento, además de ser mejoradores de suelo.

En este campo también se englobarían los bioestimulantes, otro tipo de sustancias de origen natural que promueven el crecimiento de los cultivos aumentando su productividad y salud.

Además, cada vez más agricultores están optando por el reciclaje de residuos de industrias cercanas para utilizarlos como biomasa en el campo, con lo que se obtiene un doble beneficio: se da una nueva vida a residuos que podrían terminar en el vertedero disminuyendo el uso de abonos químicos.

> Nuevos productos y técnicas para luchar contra las plagas. En este campo se está recurriendo a unos seres vivos que siempre han estado ligados a la producción agrícola, los insectos. Cada año aparecen nuevas investigaciones en el campo de control biológico de plagas, es decir, utilizando a depredadores naturales para combatir las plagas, y se están llevando a cabo estudios, sobre como potenciar y mejorar el trabajo de estos aliados para el agricultor.

Además, muchas sustancias que producen los insectos tienen actividad insecticida y germicida, y muchos investigadores se han lanzada a buscar y crear nuevas formulaciones a partir de estos compuestos para combatir las plagas. En este campo, también se está recurriendo a sustancias naturales que secretan algunos tipos de plantas con actividad pesticida. En resumen, se está cambiando el uso de pesticidas por los biopesticidas.

> Nuevas tecnologías para ayudar al trabajo de campo. En los últimos años, muchos investigadores y agricultores, han adoptado las herramientas desarrolladas en otras disciplinas de la ciencia para aplicarlas al campo, como es el caso de la robótica. Este campo ha creado una serie de robots que permiten al agricultor aumentar su eficiencia en las tareas de campo.

Una rama de la robótica que ha tenido una gran entrada en la agricultura es la drónica. Cada año surgen nuevos drones, y aplicaciones para estas unidades voladoras, que permiten monitorizar la finca para ver donde se necesita tratamiento fitosanitario o una dosis adicional de riego, hasta la pulverización de tratamientos contra plagas.

La informática también ha acudido al socorro de la agricultura, con la implementación de la tecnología Big Data en las plantaciones, que ha permitido a los agricultores analizar una gran cantidad de datos para mejorar la toma de decisiones en sus fincas y prever el futuro cercano.

> Nuevos técnicas de producción. Debido a la degradación del suelo y a la especulación con las tierras de cultivo en los países en vías en desarrollo, los agricultores se están quedando sin tierras para plantar, por esto, se han desarrollado nuevas técnicas de cultivo, como la hidroponía, en la que se establece una cultivo en ausencia de suelo, dispuestos en un sustrato sintético y con una solución de nutrientes para que puedan crecer.

Esta técnica ha evolucionado en otra en la que se combina la producción vegetal y la acuicultura, la acuaponía: mismo espacio, doble producción. E, incluso, grandes gigantes tecnológicos se han fijado en esta técnica y han creado verdaderas fábricas de vegetales de producción intensiva, donde el cultivo se dispone tanto en superficie como en altura.

La investigación agrícola es una apuesta de futuro, es un campo que hay que explotar y financiar, solo así podremos dar al agricultor las herramientas necesarias para romper esas barreras de productividad, y hacerlo de la forma más sostenible posible. 

Desde IDEAGRO, trabajamos en pro de una agricultura y una cadena agroalimentaria más sostenibles, buscando no solo ayudar a que los agricultores y ganaderos puedan ser competitivos y disponer de una explotación rentable, sino que además puedan ser innovadores, y disponer de los últimos avances para que al consumidor final lleguen siempre productos agroalimentarios de la mejor calidad posible, y con elevados niveles de seguridad alimentaria.

En la actualidad, trabajamos con cientos de productores, no solo de España sino a nivel internacional para promover el uso de soluciones naturales en agricultura como los bioestimulantes, el uso de buenas practicas agrícolas, y sobre todo el uso y adopción de las nuevas tecnologías... Nuestra filosofía de 'hacer más con menos' se adapta completamente a las necesidades del mañana, y es que para poder satisfacer la creciente demanda mundial de alimentos, hemos de trabajar juntos y buscar siempre aquellas soluciones que permitan maximizar los recursos disponibles.

Para ello, en 2015 hemos ampliado nuestras instalaciones, y en la actualidad disponemos de un laboratorio de ensayos propio, y un equipo de profesionales altamente cualificado que nos permite aprovechar los últimos avances, investigaciones, desarrollos y tecnologías para que nuestros clientes, tengan siempre a su alcance la mejor alternativa posible. Nuestras colaboraciones con empresas a nivel mundial, también contribuyen a que podamos ofrecer siempre una amplia gama de soluciones integrales para mejorar la competitividad de agricultores y ganaderos sea cual sea el ámbito de actuación.

 

fuente: IDEAGRO

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El resumen del Informe de Síntesis de la Evaluación internacional de las ciencias y tecnologías agrícolas para el desarrollo (IAASTD) establece:

Cambio climático

4.1 El cambio climático, que se está produciendo en un período de creciente demanda de alimentos, semillas, fibra y combustible, podría dañar irreversiblemente la base de recursos naturales de la que depende la agricultura. La relación entre el cambio climático y la agricultura es un camino bidireccional: la agricultura contribuye al cambio climático de varias formas importantes y el cambio climático en general afecta negativamente a la agricultura.




En las regiones de latitudes medias o altas, los aumentos locales moderados de temperatura pueden tener pequeños efectos beneficiosos en el rendimiento de las cosechas; en las regiones de latitudes bajas, esos ascensos moderados de la temperatura probablemente incidan negativamente en el rendimiento. Algunos de los efectos negativos son visibles ya en muchas partes del mundo. Un calentamiento adicional repercutirá cada vez más negativamente en todas las regiones. La penuria de agua y los períodos en que hay disponibilidad de agua limitarán cada vez más las producciones. El cambio climático requerirá una nueva visión del almacenamiento de agua a fin de hacer frente a los impactos de precipitaciones mayores y más extremas, mayores variaciones intra e interestacionales y tasas más elevadas de evapotranspiración en todos los tipos de ecosistema. Los fenómenos climáticos extremos (inundaciones y sequías) van en aumento y se calcula que su frecuencia y magnitud se incrementarán y que probablemente afecten de forma considerable a todas las regiones por lo que respecta a la producción forestal y de alimentos y a la seguridad alimentaria. Existe un riesgo serio de conflictos futuros por tierras habitables y recursos naturales tales como el agua dulce. El cambio climático está afectando a la distribución de plantas, las especies invasivas, las plagas y los vectores de enfermedades y es posible que aumenten la incidencia y la localización geográfica de muchas enfermedades del ser humano, los animales y las plantas.

Anchor4.2 Es menester adoptar un enfoque general con un marco regulatorio equitativo, responsabilidades diferenciadas y metas intermedias para reducir las emisiones de GEI. Cuanto antes se reduzcan las emisiones, y cuanto más radical sea esa reducción, más rápido se acercarán las concentraciones a la estabilización. Las medidas de reducción de las emisiones son, a todas luces, esenciales porque pueden surtir efecto debido a la inercia en el sistema climático. Sin embargo, dado que es inevitable que se produzcan nuevos cambios en el clima, la adaptación resulta también imprescindible. Las medidas tendentes a afrontar el cambio climático y fomentar el desarrollo sostenible comparten algunas metas importantes, como el acceso equitativo a los recursos y a las tecnologías adecuadas.

Se han determinado ya algunas medidas de atenuación doblemente beneficiosas que comprenden enfoques de utilización de la tierra, por ejemplo, tasas inferiores de expansión agrícola en los hábitats naturales, la forestación, la reforestación, la intensificación de los esfuerzos por evitar la deforestación, la agrosilvicultura, los sistemas agroecológicos y el restablecimiento de tierras y praderas infrautilizadas o empobrecidas, así como opciones de utilización de la tierra como el secuestro de carbono en terrenos agrícolas, la reducción y un uso más eficiente de los insumos nitrogenados, la gestión eficaz de los abonos y el uso de piensos que aumenten la eficiencia digestiva del ganado. Las opciones normativas relacionadas con la reglamentación y las posibilidades de inversión comprenden incentivos financieros para mantener y aumentar las zonas forestales mediante una reducción de la deforestación y la degradación, así como una mejor gestión y un mayor desarrollo y utilización de fuentes de energía renovables. El régimen posterior a 2012 debe incluir en mayor medida todas las actividades agrícolas como la reducción de la emisión debida a la deforestación y la degradación del suelo para aprovechar plenamente las oportunidades que ofrecen los sectores agrícola y forestal.

 

Fuente: GreenFacts

 

 

 

 

 Caja Rural Asturias
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